En distintas ocasiones hemos abordado en las publicaciones mensuales, el capítulo de la Valuación de Empresas en marcha. En la mayoría de los casos hemos hecho referencia a este tema desde el punto de vista más técnico y explicativo de cómo se valúa así como de la mecánica de la valuación.
Para operar hay que tener activos, y para crecer también. Dediquemos por tanto unas líneas a hablar de los activos.
¿Has pensado en adquirir una empresa más chica que la tuya? ¿Te interesan los productos y servicios que ha desarrollado una empresa nueva y te gustaría tener acceso a los productos y al talento que desarrolló estos productos?
La Valuación de una Empresa depende fundamentalmente de dos variables:
1. Flujos que la Empresa pueda generar a futuro
2. Tasa de Descuento que se aplique a esos flujos
Si usted es un administrador de empresas o un dueño de la misma, que ha recibido una oferta de compra, o que se está preparando para poner su negocio a la venta, tiene que saber lo que vale su empresa en el mercado, en las condiciones actuales y tomando en cuenta todos los factores que impactan su valor.
No hay una fórmula mágica para llevar a cabo adquisiciones exitosas. Como cualquier otro proceso de negocios, no es inherentemente bueno o malo, al igual que la publicidad, la mercadotecnia o la inversión en investigación y desarrollo.
Existen 10 factores, que pueden influenciar la decisión de vender su empresa. Estos factores pueden ser de tipo personal o empresarial:
Un comprador estratégico es el que puede generar un valor incremental al cerrar una adquisición y fusionar la compañía adquirida con sus operaciones existentes. El valor de las sinergias juega un factor importante durante las negociaciones en transacciones de compra y venta de empresas ya que esto hace que la percepción del valor entre los interesados sea distinta.
Un empresario debe estar en todo momento alerta sobre su entorno competitivo, pues los cambios en el mismo, son claves para determinar el valor de una empresa.
Un proceso de compra o venta de empresas parece bastante sencillo, pero no lo es. Los compradores normalmente deben decidir qué precio ofrecer en un proceso de licitación, a menos de que el vendedor proporcione alguna orientación sobre el particular.